Inner, El Pendejo

La Angustia de la Duda

Si existiera un mundo absurdo, erróneo o terrible, leve como un suspiro o quizá desalmado como una espada, si existiera un mundo vago e impreciso, sin luces para la mañana ni torres donde guarecerse; si los pájaros reptaran por la superficie de los mares y la lluvia fuera de hojas marchitas, si la luna escupiera un fragor como de épicas batallas y diez soles iluminaran nuestros días, si tus ojos fueran grises y el cuerpo te oliera a volcanes dormidos… Entonces, si tus ojos fueran grises, ¿cómo te llamarías? ¿cómo y donde y de que manera existirías? ¿en que momentos cogerías mi mano para caminar en cuales paisajes juntos o separados? ¿en cuantas despedidas y hacia donde caerían tus lágrimas? ¿hacia que confines malditos u olvidados? ¿en cuantas despedidas?, pregunto.

Si el cielo transportara un ejercito de voces lejanas y en los días rebeldes se desgranaran las nubes en súplicas perpetuas, si tu boca fuera de piedra y me llamaras desde el fondo de los mares para contar las luciérnagas que bajasen hacia los abismos, si mis manos fueran de papel y al tocarte se escribiera en ellas aquella poesía que a pesar de buscar entre los infiernos jamás lograré adivinar para ti; si Dios no existiera y el motivo de tu existencia se hallara perdido en los naufragios de la razón, si los dragones y las sirenas, el Unicornio y los demonios grabaran nuestras efigies en los delirios de su imaginación, si tú fueras la solución a un enigma y yo el secreto de la solución… Entonces, si mis manos fueran de papel, ¿en que pensarías al perder tus defensas entre los laberintos de mi alma? ¿que gritarías entre la muchedumbre sonámbula que recorre, imperturbable, los intrincados senderos de mi corazón?

Si tú fueras luz y salieras del Universo para poder entrar pura a mi alma, si yo esculpiera tus pensamientos en la hoja de una guadaña, si tú me quisieras con un odio sobrehumano, si yo fuera sangre caliente fluyendo hacia tu boca, si tú fueras un perro husmeando el sudor de mis entrañas, si yo fuera un muerto revolviéndome en mi ataúd, encajándome los huesos en cada cambio de postura y quitándome los gusanos de los ojos y la boca y sin poder dormir… Entonces, si tú fueras luz, ¿con que palabras me rescatarías de las insomnes aguas donde naufraga mi conciencia? ¿qué replicarías ante los sutiles argumentos que me empujan hacia esos dulces suicidios? ¿bajo que lápidas sepultarías todos los recuerdos que me aprietan la garganta en las madrugadas de hielo y sed? ¿bajo que lápidas sepultarías todo lo que me separa de ti?, dime.

Tengo miedo… Tengo miedo y recelo de todos y cada uno de los hechos anteriores a la mañana del día en que te conocí, porque podrían no haber ocurrido, porque podrían haber sido distintos y entonces no haberte encontrado. Examino todos y cada uno de los momentos que guardo en mi memoria, e incluso los que alguna vez dejé de recordar, e incluso los que habitan en memorias ajenas, e incluso los que yacen dormidos en los libros; y los desmenuzo y los clavo en las paredes y los despedazo con furia intentando convertirlos en piedras inmóviles, en llamas eternas, en dioses necesarios; y los odio, como tal vez algún día te odie a ti, porque me fatiga quererte tanto.

PD1: De la obra Cuentos, misivas irreverentes y malas hierbas, inscrita en el Registro Territorial de la Propiedad Intelectual de Andalucía.
PD2: Creo que para el final del verano podría estar editado el libro. Ya os avisaría de la buena nueva.

Tags: relatos
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