El niño
agosto 1, 2007 – 5:35 AMAté al burro a una farola y entré con el niño a una posada llamada “Hamburguesería”. Antes de sentarme, expresé mis saludos a todos aquellos con quienes iba a tener la honra de compartir la sagrada hora del almuerzo: “¡A la paz de Dios!”… Cual no sería mi sorpresa cuando no fui correspondido mas que con miradas extrañadas. Predicador de los buenos y antiguos modales soy. Para mi, una rebaja en el trato que recibo respecto al que doy representa una terrible afrenta. Mas me negué a creer que los allí presentes fueran gentes de mal vivir y costumbres relajadas, faltas estas que son propias de una sociedad descreída y depravada, donde ya la mano no puede ser alzada para buscar sustento en la robusta encina, pues fiero abogado tiene el árbol y copyright cada uno de sus frutos, de tal manera que si el hambriento o el necesitado osase apaciguar el llanto de su estomago con alguna bellota, es un decir, acabaría con sus huesos en la cárcel… ¡Que me lo digan a mi! “¡A LA PAZ DE DIOS!”, vociferé airado. “A-A l-l-a-a p-p-a-a-z-z d-d-e-e D-D-i-i-o-o-s-s”, sonó por fin y al unísono en aquella venta.
Tomamos asiento en una mesa pegada al ventanal del comedor. Le pregunté a mi vástago si deseaba degustar alguna vianda y me respondió negativamente, moviendo de un lado a otro su ciclópea cabeza. Me extrañé sobremanera, pues no hay en toda la comarca tragaldabas más insaciable que mi hijo. Al rato, vino a atenderme una bella dama, ataviada con un blanco vestido caprichosamente estampado de caprichosas formas rojas, amarillas y del color del sucio aceite. Me preguntó que iba a querer comer y observé que algún problema sufría en la mandíbula, ya que movía la boca tanto al hablar como al callar, y no creo que nada comiera pues nada parecía tragar. “Dos huevos con patatas fritas”, informele yo. “¿Cómo quiere los huevos: fritos o cocidos?”, inquiriome la detallista señorita. Y para dejar entrever la variedad de mi gusto, le especifiqué: “Mitad fritos, mitad cocidos”. Se quedó muy gratamente sorprendida la señorita de mi elección culinaria y marchose presta hacia la cocina con la comanda. Yo, mientras esperaba la comida, estuve repasando mentalmente la discusión que tuve por la mañana con mi compadre Ambrosio cuando fui a contarle los desvelos que me habían ocupado durante la noche anterior.
-Creo, Ambrosio, que llegada es la hora de cultivar el arte en nuestras vidas, y para empezar nada más oportuno que acicatear la sensibilidad de nuestras almas con el ideal de la belleza femenina –le dije.
-Lamento no poder acompañarte en esa particular búsqueda de la sublimidad artística, querido compadre. Bien sabes que yo gasto mis horas únicamente con mi mujer, a la que, para mi desgracia, ninguna virtud la acompaña ni donaire la adorna.
-Eres ciego de mente y no ves más allá de las apariencias, Ambrosio. Has de saber que toda mujer, fea o hermosa, esconde en su interior altísimas cotas de dulzura y sensibilidad, que es la etérea belleza que inspira a los buenos artistas; mas, puntualizo, cuando hablo de mujeres no incluyo entre ellas a la tuya, pues más se asemeja a un borrico que a una persona, y no solo por la gordura, sino también por los pelos que le llenan el cuerpo, que parece que lo tiene entero plantado de cebolletas…
-¡Compadre, compadre! –me interrumpió-. Tampoco se pase usted.
En aquellos y otros avatares de la vida andaba atenta mi atención cuando el estomago me avisó de la tardanza en su abastecimiento. “¡Lléveme el mismísimo diablo si no muero aquí mismo de mismísima inanición!”, clamé para mis adentros. Empero tuve por bien el no mostrarme exigente en demasía con el personal. Además, pensé que seguro la elaboración de mi elección culinaria requería de harto tiempo y trabajo, e incluso llegué a imaginar orgulloso que en la cocina se hallaban enfrascados en muchas discusiones y consultas a selectos recetarios con el fin de concretar la correcta preparación de mi plato. Así que me enfrasqué en mis cavilaciones nuevamente. Me acordé entonces del día en que el Ambrosio me vino con ideas trasnochadas pertenecientes a una ciencia caduca, afirmando que el Universo es infinito. Y yo que se lo rebatí con mucha elegancia:
-A ver, Ambrosio, maldito bellaco descomulgado, si el Universo es infinito habrá en algún lugar de sus confines otro Fulgencio Rodríguez, como yo, pues la infinitud implica la ocurrencia de todas las posibilidades, incluidas las de la repetición. Entonces ese otro Fulgencio Rodríguez tendrá un burro canijo y piojoso, como el mío… Pero si mi burro esta aquí, en mi cuadra ¿cómo va estar allí también, si está aquí, en mi cuadra, como ya he dicho? ¡Tremebunda contradicción! Luego el Universo es finito.
Esto mismo le expliqué a mi compadre, mas él, como anda escaso de entendederas y no asimila el carácter general de un razonamiento, me contestó:
-¡Puedo rebartirte! A ver, si despeñusco a tu burro por un barranco y lo despanzurro… ¿Acaso no desaparece la contradicción?
-Te equivocas de punto en punto, belitre, gañan, faquin, cipote -le dije-, porque si tu me despeñuscas a mi el burro voto a Dios que yo te despeñusco a ti la cabeza, desgraciado…
Y con este argumento convencí al Ambrosio de la finitud del Universo; argumento no muy acorde con la lógica aristotélica, pero no está hecha la miel para la boca del asno. De todas formas, peor lo pasé cuando hube de explicarle que la velocidad de la luz tampoco es infinita, sino constante, conclusión a la que llegue tras bien harto complicadas reflexiones las cuales dilucidé mientras araba los marjales que tengo cerca de la era con el objeto de plantar moniatos…
Semejantes vicisitudes ocupaban mi intelecto cuando, por enésima vez, pasó la señorita con comida para los demás y cruel olor fugaz para mi desesperado estomago, por lo que, en un susurro, escapose de mi garganta tal apresurado juicio sobre ella: “¡Será guarra!”. Entonces el niño, siempre dispuesto a imitar las formas y actitudes de su padre (sobre todo si son malas), demostró un cariño y una preocupación hacia mi persona que yo, sinceramente, jamás había demostrado hacia él, levantándose para gritar de viva voz: “¡Eh, tía guarra! ¿Cuándo le vas a traer las papas a mi padre?”. La entera atención del local se dirigió hacia nosotros, a la par que yo enrojecía medio de rabia por la desvergüenza de mi vástago, medio de vergüenza por mi responsabilidad en ello. Cuando se perdieron las acusadoras miradas, acerté a arrearle un guantazo al niño que, aunque los hijos nunca lo entiendan de esta manera, me dolió a mi más que a el, y así se lo hice saber al sollozarme: “¡Papa! ¡Me has hecho daño!”. “¡Calla, nene –le dije doliente-, que mas daño me he hecho yo en la mano con ese peñasco que tienes por cara!”.
Aquel desagradable incidente junto a mis inquietudes de educador me llevaron a preguntarme con pena si, en el menester de asegurarle una buena educación, acaso no había hecho bastante esfuerzo comprándole el mapa de España y la cartuchera con lápices de colores. Y es que creo que me lo maleducan en el colegio, que más de una vez me ha venido dudoso y le he tenido que explicar que los Pirineos están en las montañas, y que el río Guadalquivir esta en Sevilla, y que la Tierra ni da vueltas alrededor del Sol ni gira sobre si misma, pues entonces nos marearíamos y andaríamos todos cayéndonos continuamente al suelo: “como tu madre cada noche cuando termina de echarse al gaznate los dos cartones de vino”, le especifiqué entonces para que me entendiera…
A mi alrededor, los comensales ya rebañaban el plato o eructaban exhibiendo su satisfactoria nutrición y mejor salud. Yo, presa del aburrimiento, tomé un palillo de dientes y empecé a mojarlo ora en la aceitera, ora en la vinagrera para después llevármelo a la boca y rechupetearlo con sonora ansiedad. Y tanto gusto y entretenimiento hallé en ello que si me preguntaran que tres cosas llevaría conmigo a una isla desierta respondería sin dudar que una aceitera, una vinagrera y un palillo de dientes, pues, aunque nadie me creyera, otro mas divertido y mejor saciado de hambre que yo no encontrarían en todo lo descubierto de la Tierra con el mete y saca y saca y mete del palillo en entrambos cacharros.
Poco vinagre y poco aceite quedaba ya en los cacharros, cuando vino a caer sobre mi mesa un plato rebosante de patatas fritas sobre el cual se encumbraban medio huevo cocido sobre medio huevo frito y, tres patatas más a la derecha, la otra mitad del susodicho medio huevo cocido sobre la otra mitad del antedicho medio huevo frito. Habianse abierto mis fauces, mis glándulas salivares lanzaban chorros de su productiva substancia, rugió mi estomago desde lo más profundo de mis entrañas… y a este punto, el niño saltó: “¡Papá, tengo hambre!”. Maldije el día en que se me ocurrió satisfacer todos los antojos alimenticios de la Paca cuando preñada de esta criatura estaba, porque seguro aquellos excesos en su época de gestación trajeron estas hambres de niño tragón. Mas la anteriormente narrada muestra de afecto de este me tenía el corazón ablandado, así que le metí un palillo en la boca, le puse los cacharros entre las piernas y le insté: “¡Anda, pequeño gañán, rechupetea y sáciate a gusto! ¡Para que luego le digas a tu madre que no te cuido bien!”.
PD: De la obra Cuentos, misivas irreverentes y malas hierbas, inscrita en el Registro Territorial de la Propiedad Intelectual de Andalucía.
4 Responses to “El niño”
Adolfo Guzman farfulló…
Aunque me gusta tu blog, tengo que decirte que como escritor dejas mucho que desear. Deberias seguir poniendo fotos,videos y articulos recopilados de la red y dejar de escribir de tu cosecha. Sinceramente, y no soy el unico, la literatura NO ES LO TUYO.
Un saludo afectuoso
Adolfo Guzman (Castellon) España
8/01/2007 7:40 AM
Anónimo farfulló…
Hola Adolfo Guzmán….
No te conozco ni a ti ni al pendejo, pero es su blog, NO ES EL TUYO. Creo que puede escribir lo que le dé la gana (en realidad no lo creo, PUEDE).
Y en cuanto a las dotes como escritor, todo es opinable, pero tu y tu amigo, ya que no eres el único, podéis leer o no leer lo que os pase por los santos.
8/01/2007 9:09 AM
inner farfulló…
señor Guzman, diga k no le gusta mi estilo o k no le gustan mis historietas, pero no parta y reparta dotes literarias; keda muy vanidoso
saludos
8/01/2007 10:22 AM
Tursiops sapiens farfulló…
Me encanta tu estilo y tus historietas ^_^ El lenguaje me encanta, ojalá yo pudiera escribir o hablar así :-P
8/01/2007 11:12 AM
Anónimo farfulló…
A mi también me gustó
8/01/2007 11:26 AM
Anónimo farfulló…
muy buena la historieta…yo no voy a entrar en disquisiciones literarias
8/01/2007 12:16 PM
El Rubio farfulló…
Ey en su blog cada uno puede escribir lo que quiera !!! asi como el que entra puede leer lo que quiera tb… lo siento inner mucho texto para mi jejejeje.. ya lo leeré en mi momentos de relax que estas semanas no paro !! Tu sigue como siempre Compañero
8/01/2007 2:31 PM
GuiLLeMoT farfulló…
Buen articulo literario en mi opinión.
Saludos!!
8/01/2007 4:53 PM
Odisea farfulló…
Si lo tuyo no es la literatura o el arte de escribir, mucho menos es lo mio la critica literaria, aunque el esfuerzo tuyo merece mas reconocimiento.
Ahora, me parece un relato muy ameno con muy buen desarrollo aunque el final merece mas empuje.
Eso si, mi mente cochambrosa tambien reclama un poco de erotismo en los relatos.
Saludos, y felicidades por el relato.
8/01/2007 7:06 PM
alyohara farfulló…
inner me encanto me la goce con lo de tu chavon, tu blog es tu casa y tu la ordenas como te de la gana que al rspeten.
8/01/2007 8:30 PM
Anónimo farfulló…
no a todo el mundo le puede gustar lo mismo sino nada tendria sentido
a mi por lo menos me agrado bastante
saludillos
ana
8/01/2007 11:49 PM
Anónimo farfulló…
Es un relato entretenido y fluido. Tal vez pulir un poco el estilo, pero es bueno, me gusto.
8/02/2007 9:00 AM
Anónimo farfulló…
Me gustó mucho tu relato (me hizo reir en ocasiones) y te animo a continuarlo con nuevas peripecias de este gañán ilustrado.
Saludos.
8/02/2007 11:45 AM
inner farfulló…
doce a uno: hemos ganado
8/02/2007 5:55 PM
La Dragoncita farfulló…
Opino como la mayoría, uno escribe lo que quiere y cómo quiere en su blog, sin embargo también hay libertad para opinar, eso es lo entretenido ¿verdad?
Aunque no soy crítica literaria ni mucho menos, sí soy una buena lectora de todo tipo de literatura y personalmente me gustó mucho tu escrito, lo disfruté bastante e incluso me hizo reir… sólo digo lo que siento… felicitaciones !
8/03/2007 4:02 PM
Anónimo farfulló…
Me gusta mucho este blog. Me parece de los más rescatables de la red. Tienes una admiradora en México. Salu2
8/05/2007 3:52 AM
TALIESIN farfulló…
Partiendo de la base de que cada cual puede hacer lo que quiera en su propio blog, y que hay que vivir y dejar vivir, pienso como Guzman que no escribes demasiado bien….¿pero eso importa algo?
Adelante con el blog.
8/05/2007 11:23 AM
By Inner on Ago 8, 2007 at 8:55 AM
… Maestro, de verdad debería escribir un libro… Este cuento me gusta, la escritura es diferente y la narrativa divertida… Cada día descubro alguo nuevo en su blog.
gracias.
By The pink panther on Jun 8, 2008 at 7:37 AM
Buena, Inner te las mandaste con tan delirante muestra de arcaísmos y barbarismos juntos, puras expresiones de campo.
El vástago se lleva la palma, pendejo de mieeeeerda maleducado.
By obliterator rex on Nov 29, 2008 at 8:23 AM
Wow, me encanto tu relato, me he reido bastante. Creo haber deducido un dejo de los clasicos españoles, sobre todo en los dialogos… como sea, que me ha gustado mucho y te leo con entusiasmo.
Saludos desde Mexico.
By Chivita on Dic 29, 2008 at 4:12 AM